El 15 de julio de 2021, The Gobierno del Reino Unido publicó la Estrategia alimentaria nacional, parte 2. El informe está escrito por Henry Dimbleby con la colaboración de un equipo de asesores, líderes y expertos. La primera parte de la Estrategia alimentaria nacional se publicó a finales de julio de 2020. El informe formula 14 recomendaciones al Gobierno del Reino Unido para que las tenga en cuenta y las implemente en consecuencia.
Algunas de las 14 recomendaciones son las siguientes:
- Introducir un impuesto sobre la reformulación del azúcar y la sal, utilizando parte de los ingresos de este impuesto para ayudar a que las familias de bajos ingresos puedan llevar frutas y verduras frescas.
- Introducir la obligación de informar a las grandes empresas alimentarias sobre el desperdicio de alimentos y las ventas de: productos con alto contenido de azúcar, grasa o sal, excluido el alcohol; proteínas por tipo y origen; frutas y verduras; fibra, grasas saturadas, azúcar y sal; alimentos y bebidas en total.
- Invertir £1.000 millones en innovación para crear un mejor sistema alimentario.
El informe ha provocado reacciones en la industria alimentaria y en las autoridades gubernamentales del Reino Unido. La presidenta de la Agencia de Normas Alimentarias, Susan Jebb, acogió con satisfacción el informe, incluidas sus recomendaciones, con el objetivo de ampliar el papel de la FSA.
La directora científica, Kate Halliwell, de la asociación de alimentos y bebidas más grande del Reino Unido, la FDF, respondió al informe en nombre de la industria alimentaria del Reino Unido que los fabricantes de alimentos y bebidas acogen con satisfacción la intención de presentar medidas que aumentarán la accesibilidad y la asequibilidad de los alimentos y bebidas para los niños y las familias con ingresos más bajos, sin embargo, señaló que el impuesto a la sal y el azúcar tendrá enormes implicaciones para las familias de ingresos más bajos que ya están luchando para llegar a fin de mes, estos impuestos harán que los alimentos y las bebidas sean más caros.
Las empresas alimentarias ya tienen presiones de costes y márgenes ajustados, y cualquier coste adicional simplemente se trasladaría al consumidor en forma de un aumento del precio de los alimentos. También señaló que los impuestos no impulsarán la reforma y que los fabricantes de alimentos y bebidas ya llevan décadas reduciendo voluntariamente la grasa, la sal y el azúcar en las recetas, así como el tamaño de las porciones.
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